He decidido llamar este capítulo "Primera estación" debido a que comenzaré a hablarles acerca de lo que vino después del fin. Después de esa temporada terrible en la que padecí un miedo a comer, la pérdida de peso y todo lo que conllevó.
No volví a tener problemas de ningún tipo, hasta que tenía 15 años en el año 2012, estaba en primero de preparatoria, y para ese entonces yo ya me había alejado de todas mis amigas, la etapa de crisis que sufrí anteriormente a ese tiempo, como mencioné en mi publicación anterior, me hizo aislarme, alejarme de todos y todo lo que amaba.
Entonces, a los 15 años, un día comencé a sentirme diferente, por las noches no descansaba, tenía dolores de cabeza constantes, tenía problemas para concentrarme durante las clases, por lo cual, mis calificaciones se vieron afectadas, recuerdo que me sentaba en mi lugar dentro del salón de clases, y me sentía fuera de lugar, todo me molestaba, me sentía tan enojada con todo y todos que a veces esa ira era incontenible y terminaba lastimando a las demás personas.
Me volví aún más seria de lo que ya era, todos los días sentía ganas de llorar, pero una forma de llorar desbordante, incontrolable, de esas veces que sabes que si empiezas a llorar, no podrás detenerte. Por lo tanto, yo me guardaba todo eso.
Ni siquiera me daba cuenta de que lo hacía, pero guardaba cada una de mis emociones, y eran como dije, emociones desbordantes, ira, tristeza, culpabilidad, de todo.
Entonces, comencé a sentir como si me hubiera congelado por dentro, ya no sentía nada por nadie ni por nada. Era indiferente a todo, incluyendo los sentimientos de los demás.
Ese tiempo lo recuerdo como si yo fuera otra persona, y me hubiera estado observando de lejos. No me sentía yo misma, en ese momento me vi dividida, era como si hubiera otra persona dentro de mí, una persona fría, indiferente, hiriente, que solo buscaba satisfacer su ira y aumentar mi sufrimiento y muy en el fondo, estaba yo.
Comencé a tener ataques de pánico, pero en aquel tiempo, no sabía que eran, y mucho menos cómo se llamaban. Los tenía cada momento de cada día, a veces me tomaban por sorpresa en lugares menos esperados, y otras veces los sentía venir, en esos instantes el pánico se apoderaba de mí, de mi cuerpo, me sentía fuera de control, pues desconocía lo que sucedía conmigo.
Recuerdo que me puse a buscar técnicas de relajación, actividades que distrajeran mi mente, me sentía desesperada, desconocía a lo que me enfrentaba, así que, utilizaba lo que tuviera a mi alcance, comencé a escuchar música de relajación, pero no lograba contener la sensación de que algo horrible me sucedería y que yo no sería capaz de detenerlo.Me sentía indefensa, pequeña y débil.
Les debo confesar que por aquel tiempo, cambié mi forma de ser tan radicalmente, tanto que llegué a cortarme el cabello yo misma, porque en mi mente existía la idea de que yo estaba volviéndome loca, y creía que mi exterior debía reflejar lo que sentía por dentro.
Mis padres no querían ni siquiera pensar en que yo podría tener algún trastorno mental, ni nada parecido, les era algo inaceptable. Por lo tanto, ellos solo se molestaban conmigo, me reprochaban mi comportamiento y me decían que era mi imaginación.
Yo siendo una adolescente, no lograba entender que me pasaba, así que, comencé a investigar. Comencé a llenarme de conocimiento acerca de lo que podría pasarme. Y me di cuenta de que necesitaba ayuda profesional.
Mis padres accedieron y me llevaron con otra psicóloga, no la que mencioné anteriormente, era una persona que habían recomendado mucho, y ella me habló sobre los trastornos de ansiedad, me hizo muchas preguntas, a las cuales yo no tenía ninguna respuesta.
Debo afirmar que en ese entonces no tenía el autoconocimiento que tengo ahora, con el paso del tiempo fui desarrollando esta habilidad de introspección.
Y bueno, esta psicóloga me dirigió con un psiquiatra. Y ahí fue cuando recibí mi primer tratamiento psiquiátrico.
Honestamente, yo no sentí ninguna mejoría, en nada, ni con el tratamiento, ni con las sesiones con la psicóloga, pero seguía asistiendo. ¿Por qué? Porque mi mamá estaba tan entusiasmada, siempre me preguntaba si me sentía mejor, si me ayudaba. Y yo, decía que sí. Aunque no era cierto, por ello me sentía tan culpable que no logré seguir mintiendo y le dije la verdad.
En ese año, no obtuve avance, me sentía estancada, con una actitud de lo peor, y un sentimiento de vacío interno. Mis calificaciones siguieron empeorando, tanto que llegué a reprobar materias, pero era porque no lograba concentrarme en las actividades y mucho menos en estudiar como debía.
Para cuando terminó el año, yo me sentía destruida, me sentía dañada, creía que jamás obtendría la ayuda que yo necesitaba, porque no lograba expresar lo que sentía, lo que pensaba.
En ese tiempo, llegó una persona muy especial a mi vida, mi novio, con el cual, al principio de nuestra relación, no fui muy amable. Lo ignoraba por completo, pero mi actitud era parte de todo lo que estaba padeciendo por dentro, y eso fue solo la punta del iceberg.
Esta es una de mis frases favoritas, y creo que describe exactamente lo que he aprendido con el paso de los años.